El eterno retorno de la Fuerza
A veinte años de su estreno, regresa a la pantalla grande Star Wars: Episodio III – La venganza de los Sith. Escrita y dirigida por George Lucas, la tercera parte de las precuelas presenta momentos emblemáticos de la saga, como el origen de Darth Vader y el nacimiento del Imperio Galáctico.
Algunos dicen que son lo peor de la inmensa franquicia intergaláctica. Que con aquella explicación de los midiclorianos arruinaron la magia inconmensurable de La Fuerza. Que al personaje de Jar Jar Binks no hay premio Razzie que le haga justicia para decretar su destierro. Lo cierto es que cuando en 2005 se estrenó Star Wars: Episodio III – La venganza de los Sith, tercera parte de las precuelas escritas y dirigidas por George Lucas, muchas personas jamás se olvidaron de aquella sensación en sus butacas. Yo tampoco.
Allí estaba, veinte años atrás –no nos detengamos en la rapidez con la cual pasa el tiempo; no por ahora–, acomodado en mi butaca de una de la cadenas de cine más conocidas del país, ubicada en la zona oeste del conurbano bonaerense, escarbando lo último de mi balde de pochoclos mientras observaba maravillado, en pantalla gigante, como nunca antes lo había visto, el choque de sables de luz de Obi Wan Kenobi y Anakin Skywalker en el medio de la lava del planeta Mustafar. Al lado, mi padre, que nunca fue un fan acérrimo de la saga pero me acompañaba en todas y se dejaba cautivar por aquella Space Opera que había estrenado su primera entrega, sin saber todo lo que se vendría después, a sus diecisiete años –casi mi edad por aquel entonces–.
Porque una de las cosas más interesantes de estas historias que cruzan a señores vestidos con túnicas que hablan raro, tienen espadas luminosas y mueven objetos con la mente con robots, naves espaciales y súbditos imperiales vestidos con las armaduras más cancheras que uno se pueda imaginar, pero que no son capaces de acertar un solo disparo láser, son los cruces generacionales. El reestreno en salas de la tercera parte de estas precuelas es, también, la oportunidad de ver imágenes centrales para el desarrollo argumental de muchas de las producciones que luego llegaron de la mano de Disney por primera vez en la pantalla grande.
“You were the Chosen One! It was said that you would destroy the Sith, not join them!” (“¡Fuiste el Elegido! ¡Se dijo que destruirías a los Sith, no que te unirías a ellos!”), le arroja un formidable Ewan McGregor caracterizado de Obi Wan Kenobi –traje que aún hoy, a los 54 años, le calza bárbaro– a un Hayden Christensen que interpreta a un Anakin seducido por el lado oscuro de la fuerza y que luego devendrá en –el spoiler ya caducó hace tiempo– Darth Vader. Ver esa transformación, junto con la Marcha Imperial del gran John Williams sonando de fondo, es una de las joyas de la película. Este actor –quien también retomó su rol recientemente en series como Obi Wan Kenobi (2022) y Ashoka (2023)– es el protagonista central de estas precuelas que amplían por primera vez un universo que luego no dejaría de expandirse: se conoce más acerca del origen de Luke y Leia, los héroes de la trilogía original, y el nacimiento del Imperio Galáctico, que surge de un complot digno de las mejores novelas de intrigas palaciegas, consagrando al antiguo Lord Sith, el inefable Dark Sidious/Canciller Palpatine interpretado por un vitriólico Ian McDiarmid.
Como ha afirmado el filósofo Michel Foucault, “donde hay poder, hay resistencia”. Tiempo después, algo que se expande con series y precuelas futuras, los Rebeldes demostrarán el coraje que los llevará a enfrentarse a un Imperio al que, sobre el final, se lo ve magnánimo, listo para atacar. Pero esa es otra historia que también ocurrió hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana.