¡Regresan los Ghostbusters! La nueva camada y los Cazafantasmas originales unen fuerzas para proteger otra vez a Nueva York de una fuerza maligna.
La saga cinematográfica de los Cazafantasmas es ideal para explicar las intrincadas etiquetas que fueron apareciendo en la industria mainstream de las últimas décadas tales como soft reboot, reboots y, sobre todo, las legacy sequels. Estas últimas, las secuelas/legado (debería existir una expresión mejor o equivalente en castellano, pero lamentablemente no la hay), aprovechan una mitología anteriormente construida para desarrollar una nueva historia, muchas veces con nuevos personajes, otras con pequeñas apariciones de viejos conocidos, pero siempre con la ventaja de no tener que presentar el mundo en el que transcurre la acción porque el espectador ya lo conoce y más que bien. Las nuevas entregas de Cazafantasmas (Ghostbusters: El legado, 2021; y Ghostbusters: Apocalipsis fantasma, 2024) son ejemplos perfectos: desde el minuto cero reconocemos cada elemento tecnológico que se encuentran los nuevos personajes y nunca reaccionamos ante ellos desde la sorpresa, sino desde la nostalgia. Y, como todos sabemos gracias a Don Draper, la nostalgia es delicada pero poderosa.
“Es tan surrealista, sinceramente. He visto Ghostbusters toda mi vida y soy tan fan de ellos y de la película que formar parte de ella es una emoción, una emoción total», confesó Paul Rudd, una de las estrellas de la nueva camada, durante la premiere mundial de Ghostbusters: Apocalipsis fantasma. En sintonía con esta declaración, el director Gil Kenan (guionista de la película de 2021) amplía las relaciones con las primeras entregas de la franquicia e incluso ¡regresa la acción a Nueva York! Pero antes tiene una misión que cumplir: seguir el legado de los Reitman, convencer a los viejos fanáticos de que todavía hay cuestiones para explorar (y explotar) y llamar la atención a los nuevos espectadores (no es casualidad que hayan convocado a Finn Wolfhard, uno de los rostros más reconocibles de Stranger Things, o a Mckenna Grace, una estrella adolescente en constante crecimiento). Mal no les ha ido.
La premisa es sencilla. Ya lejos de la abandonada Summerville y tras salvar el mundo de una amenaza fantasma, los Spengler emprenden el regreso a su Nueva York natal. Cuando un antiguo artefacto cae en manos equivocadas y libera una fuerza maligna, deben unir fuerzas con los Cazafantasmas originales y trabajar en equipo para proteger, nuevamente, al planeta. Porque detrás de las persecuciones paranormales, de los graciosos chistes sobre el paso del tiempo y referencias constantes a una de las franquicias más lúdicas de la historia del cine, no hay otra cosa que la historia de un grupo de amigos y, por qué no, de una familia.
La historia reciente de los Cazafantasmas es un tanto atípica. El regreso a la gran pantalla fue a través del reboot femenino de 2016, del gran Paul Feig, con Melissa McCarthy, Kristen Wiig, Kate McKinnon y Leslie Jones. Ya desde el trailer la nueva adaptación trajo controversia: el cambio de género llevó a que gran parte de Internet (vaya sorpresa) arme una campaña en contra del relanzamiento y convierta al adelanto en uno de los videos de YouTube con mayor cantidad de reacciones negativas en la historia de la red social. Una tontería tan grande como el ensañamiento de la crítica ante una película que no solo funcionaba perfecto, sino que brindaba aire fresco y novedad no solo a la saga sino a Hollywood en general. ¿Qué hicieron los responsables? En vez de continuarla, dieron vida a otro reboot, pero con adolescentes. ¡Y fue un éxito! Pero hay algo en este segundo relanzamiento que es tan inaudito como interesante. Y no tiene que ver con la manera en la que se relacionan de forma orgánica y honesta las nuevas y viejas generaciones. No, lo que sorprende en las últimas Cazafantasmas es su lucidez para no abusar de las referencias como en otros universos y la manera en la que utilizan a la nostalgia como catalizador para lo nuevo. Por eso, no es difícil entender que Dan Aykroyd, uno de los creadores junto a Harold Ramis y que aún forma parte de la construcción de esta inagotable historia, siga encontrando motivaciones para escribir nuevas aventuras; ningún otro podría darle rienda suelta a este grupo de amigos mejor que él. Es que, a fin de cuentas, ¿a quién van a llamar?
Alejandro Tevez
