Entrevistas

La comunidad: Entrevista con Papu Curotto y Andi Nachón

Papu Curotto y Andi Nachón estrenan León: una película sobre la familia que se elige, el amor después del dolor y el oficio gastronómico como creador de comunidad mientras la de la UBA -que permitió a la dupla realizadora crecer y formarse- se une al resto del movimiento estudiantil en defensa de la universidad pública, gratuita y de calidad.

 

Sin entrar en detalle, lo primero que noté al ver León es que no tiene una estructura lineal: dentro de un relato mayormente en presente irrumpen imágenes del pasado, de una manera que me tomó desprevenido. ¿Cuándo surgió esa idea? ¿Ya estaba en el guion o la encontraron en el montaje?

PC: La idea estaba planteada en el guion, pero en montaje la agudizamos. Nos parecía importante que este quiebre de la linealidad tuviera que ver con la manera en la que el pasado irrumpe en la vida de alguien a quien se le rompió el mundo.

AN: En el guion, pasado y presente eran líneas paralelas más diferenciadas. Si bien el presente siempre primó, todo estaba más entretejido. En la etapa de montaje terminó decantándose por una línea central con algunas irrupciones del pasado que se incorporaron de manera más parecida a flashbacks, por decirlo de alguna manera.

 

Estas irrupciones del pasado me resultaron más corpóreas que el flashback tradicional, que suele estar más marcado por la puesta en escena. Funcionan en términos más psicológicos, en relación con el estado de duelo que aborda la película: la persona fallecida está efectivamente ahí, no es una proyección.

AN: Exacto. Es cómo vuelve la imagen-recuerdo y te toma. No queríamos que tuviera ese carácter tan explicativo de «ah, porque recuerda esto toma tal decisión». Es atestiguar un estado de duelo y de esa ausencia que cobra tanta notoriedad. Julia (Carla Crespo, la protagonista) no puede llevar adelante ni el trabajo, ni el vínculo con su hijo, ni su cotidianeidad: hay algo que está ahí, sin resolver, con lo que va a tener que seguir viviendo.

 

El relato aborda vínculos muy estrechos, e imagino que el proceso de armar el elenco fue bastante laborioso. ¿Qué buscaban en cada personaje, y cómo llegaron a cada actor?

PC: La búsqueda fue por casting, y fue un llamado bastante amplio. Lo llevó adelante Santiago Guidi, que fue asistente de dirección en Esteros. Teníamos algunas imágenes de cómo nos gustaría que fueran los personajes y algunas ideas de quiénes podían ser, pero no demasiado específicas.

La primera en aparecer fue Antonella (Saldicco), que reunía los aspectos que buscábamos para Barbi: un personaje complejo, con aristas, y al mismo tiempo entrañable.

La segunda en aparecer fue Susana (Pampín). Hacíamos los castings en mi casa, que tiene una diferencia de nivel en el piso con la que todo el mundo se tropieza. Susana se tropezó también y gritó «¡esto es un peligro!». Yo me apuré a pedirle disculpas hasta que me di cuenta de que ya estaba actuando, en personaje: había incorporado el tropezón al casting. Fue inmediato, dijimos «es Débora, no nos importa nada».

AN: Susana colaboró mucho a darle carnadura a un personaje difícil como es el de Débora. No la conocíamos personalmente, pero ya la admirábamos. Primero se presentó así, rígida como nuestro personaje, y después la redescubrimos como una persona súper descontracturada. Tiempo después, le preguntamos si al momento del casting había venido vestida como el personaje, porque notábamos mucha diferencia entre esa primera vez y la ropa que trajo después.»Claro que sí, obvio», nos respondió.

PC: El día que arrancamos los ensayos, cayó con un vestido pleno verano, súper relajada. ¡Era otra persona! Al casting había venido montada como el personaje.

 

En esos primeros castings, ¿les entregaban a los aspirantes algún texto descriptivo del personaje, o directamente el guion?

AN: Guion y descripción. Teníamos una línea para Débora: pertenece a una generación de mujeres fuertes para las cuales hay algo del orden de los afectos que no pudieron manejar, que tuvieron que relegar. Fuertes y rígidas, pero esa rigidez fue la única manera de sobrevivir para una mujer profesional, que cría una hija sola.

PC: Para Lolo (Lorenzo Crespo), quien interpreta a León, hicimos un llamamiento acotado y una preselección de los videos que recibimos. Lolo tenía algo espontáneo y luminoso, original. Nos entusiasmaba verlo en cámara. A medida que nos inclinábamos por él también surgió la duda: hay actores que destilan frescura pero muchas veces resulta difícil recapturarla en un set, en el paso y el repaso de las escenas. Sin embargo, lo logró.

AN: No tiene ninguna marca impostada, en las cuales suelen apoyarse las infancias al actuar. Es un actor nato: ama actuar, ama lo que pasa en los vínculos, en el ensayo, y se le nota. Eso le dio muchísima carnadura al personaje de León.

PC: Su mirada tiene algo muy amoroso. En los primeros ensayos hicimos que se juntaran en una mesa a comer y a charlar. Charla de familia, para conocerse entre los personajes y preguntarse cosas. Respondía desde el personaje y se armaba algo muy lindo, que todo el elenco lograba.

Después vino Esteban (Masturini) para el personaje de Juani, el compañero de cocina de Julia. Ya habíamos trabajado con él en Esteros y lo llamamos porque nos gusta trabajar con él: es súper amable, buena onda en el set, nos gusta cómo trabaja. Si bien el personaje nunca fue escrito para él, la decisión apareció muy rápido. Al principio dijimos: «Lo llamamos a un casting y le aclaramos que queremos probar a otras personas», y después: «Ni en pedo, que venga Esteban».

AN: Esteban tiene la misma característica que Lolo para trabajar en rodaje. Es ligero, realmente le da cuerpo al personaje con una espontaneidad y una soltura muy hermosas. Creo que se nota en la complicidad que tiene con Carla en las escenas que comparten.

PC: La última en aparecer fue Julia, la protagonista. Buscamos y buscamos. Hacíamos el casting en dupla con Antonella, que ya estaba confirmada para Barbi. Ella nos acompañó en cualquier cantidad de castings; fue lo que más nos costó, pero cuando apareció Carla fue muy lindo.

 

Si bien Andi escribió todos los proyectos de Papu hasta la fecha, es la primera vez que dirigen en conjunto. ¿Establecieron alguna división de tareas a la hora de la realización, o el proceso era más espontáneo y mezclado?

PC: Todo lo veíamos juntos, desde los encuadres hasta la dirección actoral. Nos conocemos desde 2011, así que charlamos mucho sobre los proyectos, el cómo y el qué, así que llegamos muy unidos, muy sólidos en ese frente. Tuvimos nuestra etapa Evangelion, de sincronización. Llegábamos al set, nos mirábamos y estábamos pensando lo mismo.

AN: Se armó una comunión muy grande. Papu y yo somos muy diferentes y nos complementamos muy bien en lo cotidiano. Esta comunión durante el rodaje fue para mí algo muy dichoso, incluso con tiempos de rodaje muy acotados, con muchas dificultades materiales y económicas.

PC: Somos muy diferentes, pero nos gustan las mismas cosas. Llegábamos a lo mismo desde diferentes lados. Yo soy más histriónico, Andi es mucho más tranquila. El elenco se reía de nuestras diferentes maneras de decir «acción» y «corte»: yo con un grito, Andi con un llamado suave.

 

En los últimos años del cine argentino hubo una explosión de películas de temática queer, pero pocas veces vi representada una familia constituida. Más allá del aspecto narrativo, creo que ponerla en pantalla es también un statement político: le da condición de existencia en nuestro cine.

AN: Son las familias que nos rodean. Una de mis mejores amigas tiene el primer DNI compartido, con dos madres y un padre. Yo soy un poco más grande que Papu, pero en el arco que va de mi edad a la suya, se establece ese cambio.

Lo queer no implica solo la historia de amor, sino la constitución de un mundo propio en torno otra idea de familia. Me parece que es el tema de la película: ¿qué pasa con una familia cuando se pierde alguien? ¿cómo se puede reconstituir, partiendo de la base de que todos son buena gente?

PC: Hasta Juani es parte de la familia. León pasa mucho tiempo en el restaurante: cena, almuerza, y Juani es parte de su mundo. Hay algo ahí que es propio de las comunidades queer, en las cuales se arma familia y alianza con los amigos, que terminan cumpliendo roles parecidos a los tíos.

 

Lo que nuclea a los personajes, a modo de pequeña comunidad es la comida, el restaurante llamado, justamente, «León». Se nota, también, el especial esmero a la hora de mostrar los platos y la cocina. Ustedes describen, en la gacetilla de prensa, su experiencia en el rubro gastronómico y definen a la comida como una forma de dar amor.

AN: Trabajé desde la adolescencia como camarera y después como bartender. Estudié mientras trabajaba en el rubro y muchos de mis vínculos amistosos y familiares vienen de ese mundo. Queríamos que fuera una película donde el trabajo estuviera presente, y a la hora de idear uno para Julia pensamos en el entorno gastronómico y particularmente en un emprendimiento propio, porque plantea determinadas dificultades pero también una extensión del hogar. Llevar un restaurante es un poco eso, gente que pasa 14 horas al día en el trabajo.

PC: El trabajo atraviesa nuestra vida. Particularmente lo económico, y más aún en este contexto de nuestro país. Esos dos aspectos están presentes todo el tiempo: es una película de trabajo, donde toda la familia está trabajando. Es el tipo de vida que Julia y Barbi se inventaron: una vida en la que pueden trabajar juntas, donde su hijo puede ir a la salida del colegio a almorzar o llevarse algo para cenar a la casa, que está ahí al lado.

 

Además de guionista, Andi es poeta. ¿Piensan que eso influyó en la forma de escribir? Particularmente en esta fluidez entre pasado y presente, un abordaje del aspecto narrativo que se distancia de los esquematismos.

AN: Hay algo que se conecta, evidentemente. Además de estudiar Letras, estudié Fotografía en la Escuela de Cine de Avellaneda. La imagen siempre me interesó. De hecho, empecé a trabajar de guionista porque trabajaba haciendo vídeos artísticos que eran muy poéticos. Eso hizo que me llamaran del Canal de la Ciudad para escribir un programa. Creo que hay una conexión, y es posible que haya indicios en algunos diálogos, en ciertas escenas y en determinadas imágenes, como el acuario que cuida Julia. El cine que más me gusta y las referencias que manejábamos también tienen ese tipo de marcas.

PC: Pensábamos mucho en Beginners, en Florida Project, películas pequeñas con una carnadura muy humana. En León los movimientos de los personajes son internos: no es un conseguir esto para obtener aquello, en ese sentido es menos clásica.

AN: Queríamos hablar de cómo se reconstruye un mundo cuando se te cae, que es algo que hacemos todes muchas veces en la vida. Constantemente tenés que reconstruir aquello que te sostiene.

 

Quería cerrar preguntándoles por su labor docente. Me puso muy contento ver el logo de la UBA entre las placas de apertura de la película, junto con todos los apoyos que hicieron posible financiarla. Cuando esta nota se publique, habrán pasado dos días de la gran marcha universitaria convocada para el martes.

PC: Yo estudié Diseño de Imagen y Sonido en la FADU y fui docente de Escrituras Cinematográficas hasta 2017. En nuestra productora, Hain Cine, somos tres: también está Santiago Podestá, que sigue ejerciendo la docencia en la carrera.

AN: Soy profesora en FADU también, en Diseño Gráfico y en Diseño de Indumentaria. También doy clases en la UNA, en la carrera de Artes de la Escritura. Somos hijes de la Universidad Pública. Más allá de cuestiones partidarias, de adhesión o no adhesión a un proyecto de gobierno, que no se haya dictaminado una ley de presupuesto universitario para 2024 incide totalmente en un proyecto de país. La educación gratuita, pública y libre es una marca de lo que significa Argentina en Latinoamérica. Esto es, directamente, forzar a que el cuatrimestre que viene el alumnado tenga que pagar las cuentas de la Universidad para que esta funcione. Eso va en contra de un proyecto de país que creyó siempre que la formación universitaria permitía la inclusión y el ascenso de clase.

Yo quiero creer en un mundo donde es posible eso, porque es la historia de mi familia. Así que mi única opción es marchar el 23 en defensa de la Universidad, de la UBA y de todas las universidades del país. Es un proyecto de gobierno que encamina la educación pública hacia la privatización, y para mí es imposible de apoyar.

PC: En mi caso particular, ninguno de mis padres es universitario. Mi abuelo fue el primer universitario de la familia, durante el peronismo. Era carbonero, vendía en una jardinera y fue el primer contador de toda la provincia. Por parte materna, mis hermanos y yo somos los primeros universitarios de la familia. Eso es ascenso social.

AN: E inclusión, la posibilidad de un futuro más habitable. Nos matamos trabajando, pero trabajamos de cosas que amamos y cosas que elegimos.

PC: Siempre lo reconozco y lo agradezco: somos hijos de las políticas públicas del INCAA. Pudimos tener nuestra propia empresa, nuestra propia productora gracias a que ganamos el Gleyzer con Esteros.

AN: Ante tanto ataque a la cultura y tanta demonización de la cultura, me parece que es importante mostrar que no todo el mundo celebra despidos. La manera de dar cuenta de eso es llenar los cines: no sólo con nuestra película, con todas las películas argentinas que están en cartel.

PC: Queremos que León sea como un mimo. En momentos de tanta crueldad, donde todo parece tan roto y estamos todos con la mecha tan corta y en carne viva, creo que León es una promesa de que algo bueno es posible y de que, a pesar de lo terrible que puede ser el mundo, hay formas de conciliación con él.

 

Por Andrés Brandariz

 

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