Quentin Dupieux llega a las salas argentinas con Fumar provoca tos, una película en formato de antología ideal para amantes de la comedia y las referencias retro. Pero entre las risas y la farsa, también encuentra espacio para la reflexión y la humanidad en personajes ridículos pero sensibles.
A Quentin Dupieux lo conocí primero como Mr. Oizo, allá por mediados de los años 2000, cuando se puso de moda la música electrónica hipster francesa. Piensen en Justice y su disco Cross como núcleo de toda una escena en cuya periferia gravitaban artistas como Dupieux, que siempre se caracterizó por hacer una música muy personal, entre espástica y absurda, titulando tracks bolicheros con nombres como “Gay Dentists” o “Last Night a DJ Killed My Dog”.
Esa sensibilidad también la lleva a su cine, lleno de premisas locas como “una rueda de auto se llama Roberto y asesina gente con poderes estilo Carrie” o “dos personas adoptan una mosca gigante de mascota”. En Fumar provoca tos, una película de 2022 que pasó por el circuito de medianoche festivalero y llega esta semana a las salas argentinas, Dupieux mantiene intacta su reputación como un cineasta que o bien causa carcajadas o muchas preguntas, tales como: “¿Qué es lo que acabo de ver?”.
Irónicamente, una película sobre un equipo de franceses disfrazados de calzas y cascos al estilo de los Power Rangers y con poderes relacionados al tabaco y el humo trae una brisa de aire fresco al panorama cinéfilo actual. Muchas veces da la sensación de que estamos atrapados entre el cine corporativo que hace blockbusters gigantes, los dramas indies de A24 y las series de streaming que son películas largas disfrazadas. Quentin Dupieux viene haciendo absolutamente la suya, y que tengamos una película como esta hoy en salas es algo para celebrar.
Fumar provoca tos empieza con la que parece una premisa bastante sencilla: la Fuerza Tabaco, un grupo de superhéroes al estilo de las series super sentai japonesas, está batallando contra una tortuga monstruosa (naturalmente, alguien en un traje de goma, bien al estilo japonés de los años 60). Los héroes, cada uno llamado como un componente del cigarrillo (Mercurio, Amoníaco, Nicotina, Metanol y Benceno), derrotan al bicho en cuestión y son convocados por su jefe Didier, que los llama por videollamada por una tele deliciosamente analógica y retro.
Didier recuerda a Flat Eric, la mascota del single que Dupieux sacó al comienzo de su carrera y que lo llevó por un momento a coquetear con el mainstream musical en 1999, en tanto es un muppet de una rata, que en esta película chorrea un líquido pegajoso verde por la boca constantemente. Pese a su naturaleza, todas las chicas (del grupo y otras) quieren estar con él.
Didier envía a los héroes a un retiro forzado junto con un robot disfuncional y allí se revela la verdadera naturaleza de la película, que termina siendo una serie de viñetas cada una más disparatada que la otra, producto de historias que los personajes (los héroes de la Fuerza Tabaco y otros más) se cuentan entre sí para pasar el rato o bien para tratar de mejorar su dinámica de equipo.
Mientras, en el espacio, un villano reptiliano (Lézardin, Emperador del Mal) amenaza con destruir el mundo y eso parece construir un sentido de la urgencia en la trama, pero realmente nada es lo que parece, y todo termina volviendo constantemente al absurdo y el disparate. Las referencias que podemos encontrar son muchas, desde el mencionado género japonés del tokusatsu/super sentai de gente en calzas y monstruos de goma, antologías como Creepshoow, a series de YouTube de superhéroes absurdos y retro como Danger 5 o Italian Spiderman, así como el corto de Adult Swim Too Many Cooks, que también tiene muchas pantallas retroanalógicas, humor absurdo, una mascota entre roedora y alienígena y, al igual que la película de Dupieux, un trasfondo entre melancólico y pesimista que parece esconderse debajo del absurdo.
Fumar provoca tos es una rara avis en la cartelera local y, como tal, merece una chance: nada como la experiencia colectiva de ver a una francesa siendo seducida por el títere de una rata chorreando baba verde mientras sus compañeros con cascos a lo Daft Punk cuentan historias de terror. Nada más lindo que encontrarse en el placer de contar historias porque sí.
Ignacio Balbuena