En Guasón 2: Folie à deux vuelve uno de los personajes más icónicos de los últimos años para decirnos que nada es gratis y que las acciones tienen consecuencias. Y además arroja una pregunta que está desde el comienzo de la humanidad: ¿el amor salva o destruye?
Cuando una parte de la población empezó a identificarse (o proyectarse) más con el Guasón que con Batman empezamos a comprender que algo malo estaba pasando. Tal vez ningún otro personaje del universo del cómic haya generado, con tanta contundencia en lo que va del siglo XXI, una representación visual tan poderosa respecto de cierto clima interior, humor desangelado, desequilibrio irreversible y descontento social. En la forma en la que se eligió retratar al Joker (con esa fibra que va del nihilismo –Christopher Nolan– a la locura lisa y llana, sin épica –Todd Phillips–) se expusieron partes de los eslabones de un derrotero y un devenir que se relaciona con la aparente (y concreta, palpable) desolación extrema del –como se dice– ciudadano común, de a pie, que se autopercibe completamente indefenso ante lo que sucede en los gabinetes donde se toman las decisiones políticas que modifican las vidas del resto. El Joker como símbolo, en este panorama, representa lo que ocurre cuando una olla se enfrenta a una presión desmedida: explota (hacia afuera o hacia adentro). Es por esto que, en el 2019, Joker de Todd Phillips ganó el León de Oro en el Festival de Venecia y la directora Lucrecia Martel, presidenta del Jurado en esa edición 76, declaró: “Me parece remarcable que una industria que se preocupa por los negocios tomara el riesgo de hacer esta película, hecha para la taquilla pero que es una reflexión sobre los antihéroes y en donde el enemigo no es un hombre, es el sistema”. Lo que nos lleva directamente a pensar en Joker 2: Folie à Deux.
Con esta continuación queda bien en claro que la temática que quería abordar Todd Phillips era la salud mental en este momento histórico. Hay que considerar que la primera película de este director es el excelente documental Hated: GG Allin And The Murder Junkies (1993, está en YouTube), lo que señala que su interés por seres alienados que enfrentan a la sociedad a su manera (que termina siendo la manera de las mayorías) viene desde el origen. Entonces, por más que la película nunca olvida que es parte del territorio de DC Comics, intenta –y logra– constantemente volcarse hacia el realismo. Es decir: las acciones de estos personajes tienen sus consecuencias. De ahí que el destino de Arthur Fleck sea la cárcel y luego el juicio correspondiente para ver si lo consideran insano o no, porque la otra opción es la pena de muerte. En esa línea, en ese intersticio, el que divide a Fleck (persona racional) del Joker (personaje y máscara caótica), es por donde se filtra la fuga mental (salvación rapsódica) que constantemente encuentra el protagonista en la música. La aparición de Lady Gaga (quien llamaba a sus fanáticos “mis monstruitos”, lo que le daba un plus de atractivo a su inclusión en la película) como Harley Quinn le suma la posibilidad de escape al personaje mostrándole la única zona de experiencia a la que puede aspirar: ser mirado, ser aceptado, ser amado. Esta necesidad quizás sea el punto de conexión universal en donde cualquiera se puede ver reflejado. Ella lo acompaña en su paso por la cárcel y en el juicio. A partir de acá no conviene contar lo que sigue en cuestión de trama, pero sirve para pensar el deslizamiento que tiene la película en su interior: drama carcelario, suspenso judicial, music hall, love story de los desposeídos. La convivencia de estos géneros hace que la experiencia de la película se vuelva derivativa hacia la profundidad del personaje de Fleck con elevación de picos de exaltación en la aparición del Joker.
En este panorama que plantea la película, y por el modo que elige de encarar el seguimiento de su personaje, se trata en muchos sentidos de una historia que aspira a cierta mirada moral. Por lo tanto, son las instituciones quienes rigen la suerte del personaje: la institución carcelaria, la institución médica/psiquiátrica, y, un componente nada menor, la institución mediática (la fama acá le complica muchísimo la vida al Joker).
Así como Charly García acaba de sacar un disco que se llama La lógica del escorpión, donde aborda la famosa fábula del escorpión y la rana, Joker 2: Folie à Deux de Todd Phillips nos quiere contar que la naturaleza de ciertas cosas no cambia. Por ejemplo: el poder económico oprimiendo a los ciudadanos y a las masas. Es probable que también se trate de un sesgo pesimista de la película, pero este personaje nunca se trató de la risa, más bien todo lo contrario.
Walter Lezcano