Entrevistas

Estructuras, recurrencias y cambios

La práctica, el más reciente largometraje de Martín Rejtman, llega finalmente a las salas argentinas después de un extenso recorrido por festivales alrededor del mundo. Hablamos con el director de yoga, de los elementos que definen su puesta en escena y de su próxima película, que podrá verse pronto en el MUBI Fest.

Por Andrés Brandariz y Rocío Rocha

 

AB: El yoga es un elemento recurrente en tu obra. A veces aparece de manera más tangencial y otras, como en La práctica, ocupa un lugar central. Repasando materiales antes de venir acá, Rocío encontró la entrevista que te hizo Diego Brodersen para Página 12. Él compara la repetición humorística en tus películas con los movimientos del yoga: dentro de la reiteración aparecen, también, nuevos significados. ¿Es un elemento consciente en tu proceso de escritura, o es una cuestión de intuición?

Es mayormente intuitivo. Algo dije en esa entrevista al respecto: la repetición me sirve, fundamentalmente, para estructurar. Mis historias no suelen ser tan clásicas, con un clímax y un desenlace donde los personajes sufren grandes cambios dramáticos. Entonces, ciertas repeticiones o recurrencias me permiten darles orden. En este caso hay muchas. La más básica es la ida al retiro de yoga, que se repite tres veces: dos va Gustavo (Esteban Bigliardi) y la otra van Gabriela (Manuela Oyarzún) y Rodrigo (Gabriel Cañas). Después, las películas que hago siempre se van bifurcando, desviándose. Van apareciendo cosas, personajes nuevos, grupos que se arman. Eso me sale naturalmente, sin ningún tipo de conciencia.

AB: Ya que mencionaste a Gustavo (protagonista de La práctica), quería preguntarte por tu elección de Esteban Bigliardi para el papel. En aquella entrevista con Brodersen, mencionás que escribiste la película pensando en él. Creo que somos varios quienes teníamos la sensación de que nació para estar en una película tuya.

Eso dicen ahora, sí, pero ¿qué quiere decir? ¿Que hasta ahora no había nacido, que no había hecho nada? ¡Hizo un montón de cosas! (Risas)

AB: Quizás una mejor manera de expresarlo sería que se integra de forma muy orgánica al tipo de actores que suelen habitar el universo de tus películas, o por lo menos así se percibe. ¿Qué buscás en un actor a través de, por ejemplo, un proceso de casting? ¿Qué hallazgos realizaste durante el proceso de La práctica?

Este fue un proceso muy largo y súper interesante porque fue en Chile. La gran diferencia es que si yo hago casting acá en Argentina pienso primero en los actores conocidos, a ver si alguno puede encajar en los personajes que escribí. Si no encuentro, empiezo a buscar entre los desconocidos, y así. Acá casi todos eran desconocidos. Fui un montón de veces a Chile a trabajar en el casting, y hubo actores que vinieron varias veces.

Con respecto a lo que busco, bueno, primero busco el physique du rôle, la imagen. Lo segundo, si puede meterse dentro del tono que yo necesito. Una vez que tengo eso, ya estoy contento y, en un aspecto, me parece que está todo bien. Pero por otro lado hay algo más complejo, y es que necesito armar un elenco que no sea uniforme, diversidad en los actores. Tienen que ser distintos entre ellos, como si fueran diferentes colores. Voy de los que tienen más peso en el guion a los que tienen menos para ir definiendo el conjunto. Por eso a veces me resulta difícil definir un actor si no tengo la totalidad. Es lo mismo que me pasa con las locaciones: si voy a filmar en tres departamentos, tienen que ser distintos. Creo que nunca hablé de esto, así que está bueno. ¡Casi siempre termino hablando de las mismas cosas!

RR: Además de las complejidades que mencionás, La práctica tiene el desafío extra de que los personajes hacen yoga. ¿Cómo fue el proceso de preparación para Esteban, que tiene que interpretar a un profesor?

A Esteban lo mandamos a practicar con una profesora de ashtanga, el tipo de yoga que yo practico hace mucho tiempo. El yoga que se ve en la película supuestamente es ashtanga. Lo ayudó ser un tipo muy deportista: corre todas las mañanas, medita, pero nunca hizo yoga y tampoco le interesa. De hecho, cuando terminamos de filmar la película, le pregunté si iba a seguir practicando y me dijo “¡no, ni loco!”. Pero aprendió a hacer la parada de cabeza perfectamente, cosas que no eran tan fáciles.

RR: También aparecen alumnos menos aplicados, como Steffi (Celine Wempe), que nos hizo reír un montón.

Bueno, Steffi no era actriz. Justo me escribió porque está haciendo su sitio web para seguir con su carrera en la actuación. Ella, por ejemplo, apareció en un casting. Yo quería una actriz que fuera efectivamente alemana, que hablara con acento alemán: si no, siempre se termina notando que no lo es. No era fácil porque se sumaba la necesidad de castear actores portugueses o con residencia en Portugal, por razones de coproducción. Entonces tuvimos que buscar alemanes en Portugal que tuvieran residencia. Una compañera con la cual Celine convivía hizo el casting de manera virtual. Ya no nos quedaba dinero para viajar a Portugal, y tuvo que hacerse de esa manera. Celine estaba acompañándola y quedó. Llegó para ensayar y, por suerte, funcionó perfecto. Ella está encantada con la película. Vino a San Sebastián, al estreno. Ahora la pasamos en el Festival de Cine de Munich, por primera vez en Alemania, y fue también.

AB: El acento, que se usa de manera humorística en la película, me da pie para hablar de otra de las particularidades de La práctica. Siempre asocié los diálogos en tus películas al rioplatense. Cuando supe que La práctica se había filmado mayormente en Chile, no me la podía imaginar. Al verla, me resultó muy claro que tu abordaje del diálogo es esencialmente el de un objeto sonoro hecho de pausas y cambios de ritmo, más allá de cualquier acento.

Esa es su esencia principal, el sonido. La entonación, la forma de hablar, y recién después viene el significado. Esa es una parte fundamental de mis escenas: la forma de hablar de los personajes, la velocidad con la que hablan de todo.

RR: Lejos de haber resuelto los problemas que uno pensaría que son más propios de los 20 y los 30, los personajes de La práctica están en plena crisis: habitacional, de pareja, incluso existenciales o metafísicas. ¿Qué conflictos ves en la gente que te rodea a esta edad, y cuáles te afectan a vos?

En la vida real veo conflictos un poquito más graves que los que escribo en la película. No hay muertes, por ejemplo. En los últimos años murieron muchas personas muy cercanas a mí, particularmente después de la pandemia. Una parte puede ser por la edad, ya no soy tan joven. Pero eran personas de 55, 60… No lo uso en las películas porque no me gusta la cosa tan dramática. Solo en Dos disparos me permití abordar un poquito eso, pero no era un intento de suicidio sino –como dice el personaje de la película– un impulso, un día de mucho calor. La empecé de esa manera porque quería filmar algo que no fuera una comedia, pero no lo conseguí. Se me terminó yendo para el lado del humor. Supongo que también quiero seguir haciendo películas que tengan un poco de humor.

RR: En La práctica aparece la problemática del desarraigo, empezar de cero. Después de su separación, Gustavo recorre varias casas y lo más parecido a un hogar es el estudio de yoga.

Es un poco lo que nos pasa a los que hacemos películas. Cada vez se empieza de cero, sin estructura pero en el nivel del sentido, de saber cómo va a ser tu vida cada día. Hacer una película se vuelve un tipo de rutina. Yo necesito las rutinas: por ejemplo, dejé de comer carne porque necesitaba cierta disciplina. Lo mismo con el yoga: ahora practico todos los días en mi casa, antes iba todos los días temprano al estudio a practicar dos horas. Hay una contraposición muy fuerte de esta cuestión en La práctica, en la cual la disciplina es lo único inamovible que podés encontrar en el medio de una vida en la cual la única estabilidad es la inestabilidad.

AB: Tenés otra película más a estrenarse este año: El repartidor está en camino, un documental que ya pasó por Visions du Réel y se verá en Argentina en la próxima edición del MUBI Fest. ¿De qué manera encarás la realización documental, que suele ser mucho más difícil de controlar que la ficción?

El único control que tengo es dónde pongo la cámara. Hubo algunas situaciones en las cuales armamos un poco más la puesta en escena, pero nada que ver con una ficción. En un documental voy más predispuesto a que las cosas ocurran, y no a organizarlas.

Tim Burton retoma una de sus películas más icónicas en Beetlejuice, Beetlejuice y demuestra, luego de una década de resultados mixtos, que todavía puede navegar el terreno de la comedia...
Por: Ignacio Balbuena
5 de septiembre de 2024

El director Andrew Haigh, responsable de prestigiosas películas como Weekend (2011) y 45 años (45 Years, 2015) y de la serie Looking, vuelve con una película protagonizada por dos de...

Por: Juan Pablo Martinez
3 de septiembre de 2024
Regresa una de las franquicias más populares de la historia del cine. Ambientada trescientos años después de la aparición de César, la nueva entrega de El planeta de los simios...
Por: Alejandro Tevez
3 de septiembre de 2024
La realizadora cordobesa estrena en el MALBA Las cosas indefinidas, su última película. Desde el punto de vista de una montajista en crisis vocacional que trabaja en un documental sobre...
Por: Andrés Brandariz
3 de septiembre de 2024
La directora británica Rose Glass vuelve a dirigir tras Saint Maud en Amor, mentiras y sangre, una sórdida historia que va del fisicoculturismo a la violencia intrafamiliar....
Por: Alejandro Tevez
3 de septiembre de 2024

Papu Curotto y Andi Nachón estrenan León: una película sobre la familia que se elige, el amor después del dolor y el oficio gastronómico como creador de comunidad mientras la...

Por: Andrés Brandariz
3 de septiembre de 2024